lunes, 27 de febrero de 2012

La siguiente carta

"Un simple juego que me enseño de la vida lo que las batallas no han podido demostrar"

Una mesa de verde tapiz y un sujeto de corbata dentro de su formal vestimenta al otro lado,posee una mirada tranquila y una sonrisa en sus labios, como una muestra de hipocresía implícita...no me molesta en lo absoluto ese es su trabajo después de todo . Los de este lado somos un grupo pintoresco, llenos de diferencias entre todos nosotros.A mi izquierda un sacerdote, aunque mas bien parece otro millonario vistiendo un atuendo ostentoso, no de seda, sino de ego. Ego ese sentimiento tan específicamente delicioso, tan enorme, sencillamente "Tan humano", reflejado en su frase "Apuesto todas mis ganancias que no han de durar lo que un simple suspiro"...quien sabe tal vez este en lo cierto . A mi derecha....pues un hombre común, mi descripción....solo un jugador mas. Y yo en el centro ni en el bien ni mal total, solo en el equilibrio de ambos y en esta continua batalla por darle mas parte a mi luz que a mi oscuridad. Aquí me encuentro vistiendo igual a un sirviente o un mayordomo no por vanidad o humillación, mas bien por simple deleite o un juego de imágenes demostrando humildad (al menos eso espero, de lo contrario todo fue en vano).
  Comienza la batalla, un juego mas de niños maduros, donde parezco ser el único que demuestra alteración o nerviosismo.  El hombre de la izquierda  se muestra cada vez mas frió, puedo ver por mis reflejos que gira su cabeza para observarnos a los dos participantes restantes, y se queda petrificado como un leopardo que encuentra en su camino a dos inocentes gacelas, pero en realidad no comprendo su juego, en un entretenimiento tan individualista, donde no hay competidores, ganadores o perdedores, solo 3 personas que pueden ser afortunadas o perder ante el "Azar".
  Tal vez lo mas cautivador de este juego es que nunca sabes que es lo que sucederá, tratas de encontrar las palabras y cartas correctas para no salirte del margen pero a la vez quieres derrotar al que tienes en frente por lo que solemos ser mas ambiciosos y exageramos en algunos momentos pero ya que...no es mas que un simple juego.
 Apostamos indiscriminadamente como si fuéramos los dueños de todas las riquezas y antes de repartir las cartas, el crupier pronuncia de modo intimidatorio "Queridos compañeros, les recomiendo sean prudentes y coherentes con sus apuestas, no olviden que la casa siempre gana", el hombre de mi derecha sonríe, el de mi izquierda enmudece y yo sencillamente tiemplo de temor...
 Así se desarrolla el partido, en el aire se escriben dos frases: "La casa siempre gana" y  "no han de durar lo que un simple suspiro". Inocentemente tengo dos grandes rivales, y yo solo quería divertirme un momento.
 Extrañamente el primero en retirarse es el sacerdote, había perdido bastante como para reconocerlo así que sencillamente finge aburrimiento, no es que necesite el dinero o este le fuera escaso, pero sabemos que el echo de que este junto a nosotros los dos jugadores restantes y fracasar era inconcebible...Golpetea mi hombro y me dice al oído "Aun falta mucho por perder", se da la vuelta y se retira. Aquel que había sido mi gran opositor desde el comienzo se marcha, aquel que se burlaba de mis errores parte hacia otra mesa, buscando a alguien mas a quien humillar Ahora solo queda una frase en el aire "La casa siempre gana" y por esa frase es por la que aun sigo en juego, derrotarla sera mi meta hasta el final así que el juego continua.
 Asi continué durante horas, perdiendo y ganando, rindiendo y doblando apuestas hasta que en un momento dado comencé a fracasar de manera exagerada, al punto de perder todas mis fichas de maneras demasiado idiotas, tenia que dejar la mesa y eso era terrible. El partido había dejado de ser un simple juego para mi, comenzaba a ser mi obsesión por demostrar que la casa también fracasaba en algunas ocasiones, pero todo fue un intento en vano, era prisionero de la competitividad   , así como el primer jugador, eso seria la piedra para mi caída, Finalmente decido marcharme, una fría caricia recorre mi espalda, la caricia que sienten los perdedores, la vergüenza y la frustración.
 Pero algo sucedió entonces, el jugador silencioso y normal que se posaba a mi derecha me debuto antes de que pudiera salir de la mesa y me dijo " No olvides que debes divertirte ese es el deleite de un jugador, no lo es la victoria o la riqueza sino la satisfacción de ser un jugador mas en la mesa y soportar".  En ese momento  el sujeto realizo una apuesta en mi nombre, compartió de su "Tesoro" para que pueda seguir en pie finalmente se retiro dejándome todas las fichas como obsequio, a mi u jugador que había caído en las manos de la codicia y el orgullo. Dejo junto a sus fichas un papel que decía - Entiende ahora, que la Casa siempre ganara- , en ese instante comprendida la verdad del juego, y la realidad de la vida también:
 En el Black Jack eres tu contra las cartas del crupier, así como en la vida dependemos de lo que nos sirva el destino frente a nosotros, las podemos pedir mas o reusarnos a tomar aunque sabemos que las ambiciones tarde o temprano nos harán superar el limite entre la victoria y el fracaso. Así como las palabras se cuentan y se miden, el sabio apostador debe tener en cuenta que todo lo que diga sera tomado muy enserio por el crupier, alias destino. Veremos pasar las cartas, una tras otra, experiencias con valor aun por mas pequeñas que sean, y llegaremos a adorar las de menor valor. Los ases de nuestra vida se moverán a conveniencia del destino, siendo pequeños si nos dieran la victoria de ser el mayor valor, de ese modo agregar dificultad siendo tan cambiantes como un bote a la deriva manejado por el ímpetu del viento. Y todo sera sencillo hasta que aparezca algún Rey, Reina o Bufón, en ese momento todo se reduce a las altas posibilidades de fracasar. Tendremos ocasiones para doblar las apuestas, otras para separar nuestras cartas para intentar ganar mas, aunque así corremos mas riesgos, pero lo mas importante es que en algún momento tendremos que rendirnos, esa es la única verdad.Encontraremos siempre dentro de nuestra misma mesa, nuestra vida y corazón, una parte vanidosa y el fiel egocentrismo que nos aconsejara desde la enseansa mas pura, el ejemplo. Caeremos en sus juegos y perderemos el enfoque de lo importante y cuando lo hallamos vencido es cuando sera mas fuerte, e intentaremos derrotar las palabras de la verdad que nos ha dicho el destino y por ese intento fracasaremos. Tal vez siempre tengamos a nuestra derecha a la hermosa cordura, observando poco a poco como jugamos y en los momentos de declinar nos dara la posibilidad de ser libres o seguir presos de un juego del que nadie ha de salir.
 Ahora lo comprendo todo, ya lo dije esa es la palabra de la verdad "La casa siempre gana", el destino saldrá siempre victorioso pero de algo también estoy seguro, si yo soy mi destino he de ser la casa y aquí queridos compañeros se encuentra la agradable realidad "Si lo comprendemos....seremos siempre los ganadores de este sádico juego de vivir"

Depende de nuestro criterio, solo debemos esperar la siguiente carta y todo sera como debe ser



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