viernes, 4 de mayo de 2012

Somnolencia, Clamor, espectador y una Dama

En aquella habitación con su mano roso su pecho y pudo sentir por primera vez el latir de su corazón, aquel que desde el principio junto a el había morado, tan inexpresivo o invisible, escondido como la liebre que teme al depredador que asecha o el soplar del viento que se va sin dejar huellas para no ser encontrado por el vagabundo frió . Con cada latir justificaba su existencia, ahora no habían diferencias pues todo era parte de la misma materia, las calles se entrecruzaban en ambos sentidos y aun siendo opuestos se encontraban, hermoso presagio en las sombras gestado, luces dibujando el infinito y borrando en los sueños de ambos.  
 Una vez mas apoyo su mano sobre su pecho, ahora de manera mas pausada, y acariciando lentamente una pequeña zona circular, llego a sentir cierta calidez especial, "oh calor redentor", como el abrazo que restituye a quienes muertos andan por la vida, fuego que no destruye y quema al mismo tiempo, misterio de lo que aun nadie se atreve a cantar, la prosa y el sentido en la poesía, mas que aquello, el origen de la misma. Tras la cascara de piel que a todos reviste, el corazón no deja de latir, y en cada uno de sus saltos involuntarios, este se muestra apacible, consumiendo su forma y encerrando para no dejar ir, cálidas cadenas que no oprimen su alma, ajeno o propio, solo una cuestión de conceptos.  Así se encontraba a cada momento aun sin ser detectado, un fantasma de un hombre vivo presentado en el aire, mas delgado que la arena, solo pasa, siente y observa, sale el sol y vuelve a su hogar y sin jamas haber partido de el, regresa.
 Con el tiempo la llamo canción diurna, pues semejante al canto de las aves por la mañana convocaba a levantarse por la mañana, el motivo de la fuerza un en las penas y sonrisas impresas en la espera. Desde entonces todas las noches la observaba para aprender mas en el silencio, y la mas grande tragedia es que la dama que descansa, "dormida despierta" cada mañana y al no conocer no recuerda, el pensamiento errante no encuentra morada y su amada, quien se pierde en los suspiros del reposo, siquiera lo advierte. El por su parte no podía comprender que fuerza suprema lo llamaba a estar allí, solo deseaba sentirla cada vez mas cerca , encontraba paz en observar y escuchar los tambores de su pecho, no pedía mas que eso, amaba aquellos instantes, búsqueda incesante de perlas en el mar del corazón, explorar hacia dorados rayos de luna en el abismo del alma, tan cerca y tan lejos, admirador del tesoro que desea, y a la vez el propiedad de dicho tesoro.
  No importa cuanto le susurre al oído, su dama solo descansa, tan pequeña y hermosa que hasta le da temor acariciarla, los ojos del espectador de lagrimas se empapan, mientras la alegría relaja su alma, éxtasis en solo observarla. Cuando toma valor levanta su voz para llamarla, pero la dama solo descansa, se frustra su corazón en la resignación y calla. -"Silencio Merece"-, opina el de su amada, -que descanse una noche mas, volveré a intentar mañana-. Así es como procura ser como un niño que aun no sabe hablar, con el llanto como único dialecto clama , y aun falto de palabras sin explicar pretende dar todo a entender, aun callando gritar, pero aun así, su dama descansa, por aquello solo enmudece y se aferra al calor que el pecho de su amada emana.
"-Despierta amada princesa-, desde su interior el espectador clama"


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